El 10 de abril
la Presidencia Regional de IUCM dio el visto bueno a un acuerdo que se ha
presentado en la prensa y ante la afiliación como la superación definitiva de
las divisiones en la organización. También como el inicio de un camino de compromisos
indispensables para encarar el largo ciclo electoral y político que se nos abre
con las próximas elecciones europeas. Pero ¿realmente, es así?
La IX Asamblea
regional adoptó un documento político en el que se establecía con claridad que,
para derrotar al PP y las políticas neoliberales, era necesario articular, junto
a los movimientos sociales, un amplio bloque político y social.
Consecuentemente, IUCM apostaba por poner todo su capital organizativo y
político al servicio de esa tarea. Es aceptado desde hace ya tiempo que la
división interna con la que se saldó la IX asamblea representaba un lastre para
lograrlo, al limitar el potencial de la propuesta. Por tal razón, a finales del
año pasado, la Presidencia adoptó una resolución política que permitió iniciar una senda de diálogo
entre las partes. Lamentablemente, el acuerdo sellado por la Presidencia del 10
de abril, pudiendo haber sido de consenso y de suma del 100% de IUCM, del
conjunto de su capacidad y capital político, de lo que la afiliación reclama y
la calle espera, se ha quedado en lo que
constituirá la antesala, más pronto que tarde,
no sólo de más división, que también,
sino de una seria y profunda nueva crisis política.
LAS FORMAS
La Presidencia constituye
el espacio encargado de controlar y marcar el camino en IUCM; el órgano por el
que pasan todas las decisiones de la vida política de IU y el lugar ante el que
la comisión ejecutiva rinde cuentas. El día 10 de abril, en esa Presidencia se presentó una lista de 19 nombres sin
asignación de tareas, sin hoja clara de ruta sobre cuáles debían ser los ejes
de trabajo y sin un verdadero plan. Tampoco se hizo una valoración de idoneidad
de personas o del número de puestos. Ni siquiera, a pesar de ser un número total
par (20 con el coordinador), se estableció paridad de sexos entre sus miembros,
un aspecto de carácter obligado hoy en día. Lo que se hizo, simplemente, fue
quitar a unos para poner a otros, eso sí sumando más apoyos internos y más porcentaje de voto, que no de
votos absolutos del órgano. La asistencia a la Presidencia fue menor que en
otros momentos y, desde luego, mucho menor de lo que cabía esperar en un momento
que se suponía esencial para la organización. El día 10, estuvieron presentes
56 de sus 83 miembros y un 34% de los mismos mostró, a través de su voto,
disconformidad con el acuerdo alcanzado: bien con el documento que lo sostenía,
bien con la lista que se proponía, bien con ambas cosas.[i]
Cierto es que
forma y fondo no representan lo mismo, pero no deja de ser revelador que un
acuerdo que “aparente y formalmente” suma gran cantidad de apoyos se selle en
una Presidencia de la que están ausentes más del 32% de sus miembros (27) y
cuya propuesta de dirección suma menos votos totales que aquella que
representaba únicamente el llamado 51% de la anterior etapa.[ii]
EL FONDO
Se presentó en
la reunión un documento político que, al igual que en otras ocasiones, irá a
las distintas asambleas, la cuales podrán hacer sus aportaciones para que, finalmente,
un Consejo Político Regional, aún sin
fecha determinada, voté su versión final.
Lamentablemente,
el documento presentado no añade nada a
lo ya establecido en los 14 meses transcurridos desde la IX asamblea regional y
los trabajos realizados en los diversos órganos reunidos hasta la fecha. Tareas
que en este tiempo han abarcado desde un llamamiento a la convergencia social, pasando
por la defensa de un desarrollo participativo del programa, la lucha contra la
desigualdad y un largo etc. Al contrario, en algunos aspectos el documento que se nos propuso se quedaba por
detrás de lo anterior y, en otros, por detrás de las peticiones de la calle aparecidas
el 22M o el 3 de abril.
Resumidamente,
el documento no apela al desarrollo de un plan de defensa de la industria en
Madrid, plan que reclaman los sindicatos y que constituye un elemento nodal
para la defensa del empleo y del modelo de futuro en la región. Tampoco
adelanta nada sobre la protección del pequeño comercio o en relación a un nuevo
modelo productivo. La lucha contra la desigualdad, que se ha resumido en este
tiempo a través de la proposición de una ley que establezca un conjunto de
derechos vitales básicos y una campaña alrededor de la misma, también está ausente del escrito propuesto.
Ahora bien, lo
que más llama la atención son dos cuestiones. La primera es que el documento no
se compromete con lo que ha sido la base de la lucha y de las mareas en este
tiempo: el combate contra las privatizaciones. Tal compromiso se salda con un hipotético:
“si fuera posible”, cuando la calle ha
respondido el día 22M o a través de las
mencionadas mareas con una expresión mucho más rotunda: “sí se puede”. La
reversión de las privatizaciones, por lo menos en sanidad, educación, Canal de
Isabel II, y el compromiso de readmisión de los trabajadores de Telemadrid han
de constituir, junto con la lucha contra la desigualdad y por el empleo y la
vivienda, los ejes de cualquier programa de la izquierda en Madrid; por tanto,
no pueden estar ausentes o aparecer diluidos en un documento con la importancia
del que nos ocupa.
El segundo
elemento que también llama la atención, precisamente por su ausencia, es la
cuestión del gobierno. Ésta aparece sólo como una fórmula pasiva y subalterna
dentro del bipartidismo. En este
sentido, el documento señala: “Nuestros votos servirán para desalojar al PP…” y
“la decisión sobre la participación o no en los gobiernos dependerá de la
militancia de IU en cada ámbito”. Fijémonos que en ningún momento el texto
marca cuáles serían las condiciones para un verdadero gobierno de izquierdas,
es decir, aquel por el que se supone estamos trabajando en el marco del bloque
social y político que se quiere construir.
A poco más de un
año de las elecciones municipales y autonómicas resulta necesario avanzar, más si
se trata del documento que sella el acuerdo que debería unir a IU y lanzarla a
la articulación del cambio y un nuevo gobierno antineoliberal en Madrid, en las
bases programáticas que, junto a la movilización, pueden vertebrar tal cambio.
Como puede
observarse, las asambleas tienen ante sí un debate fundamental para mejorar el texto
y ayudar con ello al avance de IU.
HACIA UNA NUEVA
MAYORÍA
El acuerdo
sellado en la Presidencia representa una ocasión perdida para llegar a un
acuerdo del 100%, de consenso de toda IU. Y es que el actual nace con varias
debilidades que afectan a su fondo. Las ausencias en la Presidencia o la proporción de voto, que marca la disconformidad con lo que se proponía, indican que es así. Pero
además, quienes lideran esta operación (el coordinador general, Cambiar IU y la
Tercera lista) ocultan una realidad que acabará con un pacto frágil
políticamente, basado en un reparto poco transparente de responsabilidades y
tareas, y no ajustado a lo que cada una de las partes representa.
El compromiso
alcanzado es débil en la política porque no responde, como se ha puesto en
evidencia, a muchos de los retos que plantea la situación madrileña, en
especial, el problema de las privatizaciones y del gobierno. También es débil en sus números, no sólo por
el reparto, sino porque parte de realidad que ya no existe: hoy por hoy, en
IUCM no hay un bloque que reúna al 51%. Este bloque, que representaba la suma
de al menos cuatro sensibilidades distintas y que ganó la IX asamblea, está quebrado
en dos mitades casi iguales. La ruptura no obedece a razones vacías, sino a
causas muy de fondo asociadas al programa, a la relación federal, a los
compromisos y el respeto a la vida orgánica, al pago de la carta financiera, a
la transparencia de los órganos y al papel y valor de las asambleas de base en
problemas como los surgidos en Rivas o San Fernando. El acuerdo de confección
de la comisión ejecutiva votado por la presidencia da la espalda a este hecho,
no lo considera y, en consecuencia, construye un relato de la realidad completamente
falso. A día de hoy, la mayoría en IUCM no la tiene nadie; existe más división
que antes y el reparto realizado no obedece a la correlación de fuerzas real. Esta
correlación, de aplicarse, colocaría a Cambiar IU y su 37% como el principal
actor en la escena. Sorprendentemente este actor, junto a la llamada Tercera
lista con su 10%, han preferido aceptar que poco más del 25% logre el 50% de la
dirección con 10 nombres y, a buen seguro, también las principales
responsabilidades en la gestión diaria de la organización, lo que es sinónimo
de ponerle plomo en las alas al acuerdo del día 10.
Responder en el
fondo y en la forma a la realidad de la situación de IU, abrir verdaderamente
la puerta a la construcción de un bloque social y político creado alrededor de
una movilización constante contra las políticas neoliberales, las
privatizaciones y las desigualdad, exige hoy, como lo exigió a la salida de la
IX asamblea, una propuesta que sume todo el potencial de IUCM. Visto el acuerdo
descrito, sumar todo el potencial obliga a caminar hacia una nueva mayoría que, alrededor
de las tareas mencionadas (suma, acción, movilización, programa y gobierno)
permitan derrotar al PP y las políticas neoliberales. Un reto que de momento
sigue abierto.
Más sobre los problemas de la nueva
y vieja política en: http://laaurora.netpor.org/noticia/608/la-izquierda-y-la-vieja-poltica-en-madrid.html
Carlos Girbau.
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